A menudo somos conscientes de cómo los centros comerciales hacen uso del diseño para atraer al público. Igualmente ocurre en muchos restaurantes. Diseños como el de IKEA nos hacen sentirnos como en un museo, recorriéndolo a través de sus distintos espacios-conocidos, como quien visita una gruta. Colores, mobiliario cómodo y pensado para hacer nuestro hogar un sitio agradable y a nuestro gusto.
Sin embargo muchas instituciones educativas permanecen ancladas en el pasado. Reforman sus contenidos, hablan de innovación pero…muchas de las aulas aún conservan la distribución propia de otra pedagogía en la cual el profesor impartía clases magistrales. Bancas ancladas al suelo, uniformidad en el color, transmisión de tristeza. Cierto es que las instituciones educativas quieren transmitir seriedad pero, ¿sería posible compaginarla con algo de comodidad?
Es importante plantearse qué contenidos se van a impartir y de qué forma para adaptar el espacio a nuestras necesidades sin que ocurra lo contrario.
Si en nuestra aula, por ejemplo, contamos con alumnado de diferentes países y lenguas nativas, con dificultades auditivas, visuales, físicas, etc. un aula en la que no puedan desplazarse cómodamente e interactuar dificulta su aprendizaje.
¿Qué tipos de relación queremos fomentar? El aprendizaje colaborativo y el trabajo en grupo no es posible si el mobiliario no lo permite.
Finalmente, cuestiones como el frío o calor del aula, la luz, vinculadas a un horario como las 8:00 de la mañana o las 4:00 de la tarde pueden afectar negativamente a la motivación.
Ni que decir tiene en el caso de los espacios de educación física.
De la actualización y uso de la tecnología no vamos a hablar. Ese es el único discurso que permanece. Pero lo demás no se tiene siempre presente. Y sin reflexiones e inversiones en estas infraestructuras, nos encontramos en el pasado.
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